En general, el tratamiento tributario para ciudadanos y residentes de los Estados Unidos es diferente al de los extranjeros. Los ciudadanos o residentes están sujetos a impuestos por sus ingresos mundiales. Mientras que un extranjero no residente está sujeto a impuestos por sus ingresos de fuente estadounidense, es decir a los ingresos derivados de su inversión.
También es importante resaltar que la residencia fiscal no necesariamente es equivalente a la residencia bajo las leyes migratorias. Si bien la residencia fiscal se obtiene con la tarjeta verde de residencia, también puede obtenerse bajo el método de la presencia substancial en los EEUU.
Bajo el método de la presencia substancial, el Servicio de Rentas Internas (IRS por sus siglas en inglés) cuenta los días de presencia en los EEUU durante un periodo de tres años: se incluyen todos los días del año en curso, un tercio de los días del año anterior y un sexto de los días del año antes del anterior. Sin embargo, existen ciertas excepciones que permiten que la presencia de una persona en los Estados Unidos no se tome en cuenta, por ejemplo, la presencia temporal en los Estados Unidos con una visa J o Q.
En consecuencia, si un inversionista cumple con cualquiera de estos métodos, se considera un extranjero residente para efectos fiscales. Hacer esta determinación de la residencia fiscal es esencial para establecer las obligaciones tributarias. Si un inversionista es residente fiscal está expuesto a todos los requisitos de tributación e información tributaria de un ciudadano estadounidense. Esto incluye informar y pagar impuestos sobre todos los ingresos mundiales y transferencias mundiales de riqueza, así como proporcionar la información anual sobre sus actividades económicas fuera de USA.
Una persona que es residente fiscal sin saberlo, puede estar sujeta a requisitos de informes con fuertes penalizaciones, aun cuando no esté obligado al pago de impuestos.
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